Trípticos: ganar la guerra del buzón

Cuando hablamos de una guerra entre impresos, puede parecer que estamos exagerando. Y tal vez sea así: a lo mejor sólo deberíamos referirnos a una lucha por obtener la atención de un cliente potencial… De cuyo resultado puede depender en gran medida el futuro de nuestro negocio.

En este caso, vamos a hablar de la competencia incruenta que ocurre en nuestros buzones. En ellos se acumulan tres tipos de papeles: los que deseamos recibir, los que no nos queda otro remedio que recibir y aquellos que no hemos pedido ni estamos obligados a leer. Por fas o por nefas, los trípticos publicitarios suelen estar en el tercer grupo.

tripticos

Impresion de tripticos

De no deseado a esperado

La idea es cambiar de grupo este tipo de impresos, del que no se espera y casi nunca se lee al deseado. Para ello, disponemos de dos vías: por un lado, la del contenido, que ha de ser lo más atractivo e interesante posible para el cliente potencial; por el otro, la que nos ocupa: la de la imprenta.

Para empezar, diferenciemos nuestros trípticos del resto que inunda los buzones de los sufridos clientes en potencia. Puede hacerse de varias maneras, de modo que las dos que aquí sugerimos son sólo posibilidades. Efectivas, sí, pero posibilidades.

Primero, “vemos” con los dedos

Cambiemos la forma y el tacto del papel. El usuario percibe el impreso con los dedos, antes que con la vista, por lo que estaría muy bien diferenciarnos y llamarle la atención de esa forma. En lugar del clásico papel sometido a la escala del folio, buzoneemos nuestros trípticos en un papel cuadrado, que se destaque entre los demás. De 15 por 15 centímetros más o menos, por ejemplo.

Si, además, el usuario encuentra que se trata de un papel más grueso, percibirá la publicidad como si fuera una tarjeta, algún tipo de correspondencia más personal, más… deseada. Que sea entonces papel de 250 gramos couché, con brillo.

Es cierto que los costes de impresión subirían algo, pero también subiría la efectividad de nuestros anuncios, mucho más que “algo”. Y tampoco parece que pagar 474€ por 5.000 de estas tarjetas suponga ningún exceso.